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viernes, 5 de febrero de 2010

PEDRO GUTIERREZ MOYA “NIÑO DE LA CAPEA”.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Es paisano mío. Salmantinos los dos, pero diez años más joven, pues él nació un 17 de septiembre del año 1952.
Adoptó el nombre artístico de la escuela taurina que le enseño a torear,“La Capea” ubicada en el modesto barrio de Chamberí salmantino.
Pedro es uno de los toreros que surgió de aquellas corridas denominadas de "La Oportunidad" que promocionó la plaza de Vista-Alegre del barrio carabanchelero de Madrid.
Con 17 años torea su primera corrida picada en la plaza de “la Glorieta” de Salamanca, cortando las dos orejas de su primer novillo.
Dos años después es apoderado por los empresarios Martínez "Chopera" que le presentan en Madrid junto a Julio Robles y Ángel Rodríguez para lidiar novillos de Juan Pedro Domecq con el balance de vuelta al ruedo y una oreja en su segundo.
Y nueve días después, con el bagaje de veintidós novilladas, toma la alternativa en Bilbao el 29 de junio del año1972 de manos de Paco Camino y con “Paquirri” como testigo, con el toro “Mireto” de la ganadería de Lisardo Sánchez al que le corta las dos orejas.
La confirmación de alternativa, tras una campaña de 84 corridas en la temporada 1973, tiene lugar en Madrid de manos de Sebastián Palomo “Linares” y con “Paquirri” nuevamente de testigo, con el toro “Girón” de la vacada de Atanasio Fernández. La tarde fue triunfal con una oreja del toro de la confirmación y las dos de su segundo que atendía por “Cantinero”.
Pedro es un triunfador nato tanto en España como en América con un elevado número de corridas toreadas, donde prima por encima de todo su poder: mezcla de guerrero y artista.
Y este poder y voluntad de triunfo, lo ratifica en Madrid aquella tarde del 4 de junio del año 1985 ante el toro “Cumbreño” cárdeno claro y de 501 kilos perteneciente a la vacada de Manolo González. Un toro que se deja torear solamente por el pitón derecho, pero que por el izquierdo o admite un pase.
Pedro Gutiérrez Moya “Niño de la Capea” apuesta fuerte, aún consciente de que se juega la vida en cada pase. ¡Torea al natural! En medio de la angustia de los espectadores que ven la inminente cornada en cada pase, pero que respiran aliviados cuando el pase de pecho remata la serie.
Sigue “el Capea” toreando por naturales, tira y tira del toro para finalizar la inmensa faena con una estocada en la suerte de recibir que hace que la Monumental de Las Ventas se vista de blancos pañuelos para que triunfen un ganadero como criador de “Cumbreño”, Manolo González y un torero Pedro Gutiérrez Mota “Niño de la Capea”.
He compartido burladero con él en varias ocasiones cuando ha actuado como ganadero. Recuerdo un día en Laguna de Duero donde lidiaba una novillada que salió buenísima y Pedro daba saltos cada vez que sus novillos embestían haciendo “el avión”. La lidiaron los novilleros Jesús Medrano que luego no triunfó y Pepín Liria que se convirtió en un gran torero.
Otras veces coincidimos, actuado él en el ruedo, y un servidor de ustedes, como veterinario de plaza.
Mi concepto es que se trata de un torero que sabe de toros y que además es amable, simpático y amigo de todo el mundo.
Cuando actuó en Valladolid en la 2ª corrida del ciclo del año 1973 Julián Lago le hizo la siguiente entrevista:
Julio Robles y “El Niño de la Capea” mantenían a puerta cerrada un mano a mano…de naipes.
-¿Quién está haciendo mejor faena? Preguntó a Pedro G. Moya.
-De momento, aquí, él.
-¿Y en la plaza?
- Eso se verá luego, pero allá andamos.
-¿Con que torero temes más medirte?.
- Torero con ninguno. A los únicos que les tengo miedo es a los toros que no llevan buenas intenciones.
-¿Los conoces en cuento salen?
-No, pero sí en cuanto meten la cabeza en el engaño.
-¿No te equivocas nunca?
-Como todo el mundo, pero mucho supongo que no, porque solo he tenido una cornada, no muy grave en Zaragoza, el 29 de julio del año pasado; precisamente, eso si es coincidencia, el día de mi santo.
-¿Cuántos años tienes ahora?
- Veinte.
-¿Te ha ayudado mucho en tu carrera tener cara de niño?
-Al principio quizá; pero luego no me ha servido para nada, porque el público me exige como a cualquiera y, si no cumplo, se meten conmigo
-¿Se oyen los gritos abajo?
-Perfectamente.
-¿Y que es lo que te duele que te digan?
- Que se acuerden de mis padres.
-¿Se han acordado muchas tardes esta temporada?
-Pocas, y eso que llevo setenta y seis corridas toreadas.
-¿El mérito es tuyo o de Chopera?
-Chopera es quien me ha puesto en los sitios clave, pero el que ha tenido que responder he sido yo.
-¿Has pasado ya lo peor?
-Lo peor aquí nunca se pasa porque, si quieres seguir toreando, tienes que jugártela todos los días.
-¿Qué esperas a cambio?
- Lo de todos, ser famoso, llegar a figura del toreo, tener un cortijo.
-¿Lo ves muy lejos?
-Algo lejos sí; pero estoy en el camino y tengo mucha confianza en mi.
-¿Crees que has venido a este mundo para ser torero?
-Lo ignoro, pero es que no sé hacer otra cosa porque no me he dedicado a nada más que a esto desde que era un niño con nueve o diez años.
-¿A que has aprendido antes, a leer y escribir o a ponerte delante de un becerro?
-Casi, casi, al tiempo.
-¿Te cambiarias, si pudieras, por un chico de tu edad pero con estudios?
-No, la verdad, porque esta es la carrera más bonita que se ha inventado. Me gusta y además me pagan ¡que puedo pedir más?
-¿Te hubieras imaginado alguna vez situarte en la vida como te has situado?
-Confianza no me ha faltado; pero esto está muy difícil y nunca se sabe.
-¿Las has pasado muy mal?
-Francamente mal, pero ahora ya voy a los mejores hoteles y tengo trece o quince trajes de luces.
-¿Te acuerdas aún cuando solo tenías uno y alquilado?
-Claro, y cuando iba a pensiones de mala muerte
-¿Qué impresión te produce ahora volver la vista a tras?
-Me da mucha moral y ganas de seguir arrimándome tarde tras tarde.
-¿Qué prefieres; salir de la plaza por tu propio pie y fracasado, o herido y triunfante?
-Salir por nuestro propio pie es importante siempre; pero mejor aún sin que te hayan tocado los toros por la puerta grande.
-¡Casi nada la del ojo!
LA SEGUNDA CORRIDA DEL CICLO VALLISOLETANO DEL AÑO 1973.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Casi se llenó el coso del Paseo de Zorrilla en la segunda de feria. Tarde nublada, pero sin que apareciera la lluvia.
Bajo la presidencia del Comisario del Cuerpo General de Policía Sr.Zalama que estuvo asesorado artísticamente por el exsubalterno vallisoletano Faustino Gómez “Cigales”, realizan el paseíllo, “Paquirri”, “El Niño de la Capea” y Julio Robles para estoquear una corrida del hierro de D. Francisco Galache.
La corrida resultó entretenida como lo demuestra el cómputo final de trofeos: Dos apéndices auriculares para “Paquirri” y otras dos con el rabo a mayores para “El Niño de la Capea”.
En los tendidos gente conocida como el actor Zori, y los cronistas taurinos Mariví Romero y Manolo F. Molés.

El primero de la tarde sale con muchos pies. Luce el número 45. Se llama “Lisojo” y pesa 469 kilos. “Paquirri” lo lancea brillantemente en los primeros compases para seguidamente tener que limitarse a llevarlo al caballo de picar ante la frenada de la embestida por parte del burel.
Entra por dos veces al caballo, si bien el piquero mide el castigo para que su matador pueda lucirse en el tercio de banderillas.
A petición del público el de Barbate ha de poner banderillas. Brinda el primer par al público en medio de los aplausos de reconocimiento. Tres buenos pares de los que destaca el segundo donde “Paquirri” luce sus portentosas facultades físicas.
La faena de muleta la comienza con unos doblones, tras los cuales comienza su toreo al natural con dos series de cuatro cada una donde el pase es prolongado y rematado para abrocharlas finalmente con sendos pases de pecho. (Ovación y música).
Dos series de redondos ajustadísimos a los que sigue otra serie con la mano izquierda, pulcra y perfectamente rematada con los obligados de pecho. Juega con el toro y se adorna en unos desplantes toreros y elegantes.
Y como la faena la ha realizado ayudado por el estoque de verdad, en el momento en que el toro ha cuadrado entra a matar recetando un pinchazo en hueso al que sigue una estocada atracándose de toro en la que el cornúpeta rueda sin puntilla.
Se le conceden las dos orejas con las que da la vuelta triunfal al anillo en medio de las aclamaciones del público que también aplaudió al toro de Galache en el arrastre.

Su segundo (cuarto de la corrida) atiende por “Tirado”. Luce el número 32 y tiene un peso de 491 kilos.
“Paquirri” lo saluda por verónicas bien ejecutadas que merecen al aplauso del público.
Tras llevar artísticamente al toro al caballo, el piquero le administra un puyazo con el que se cambia el tercio.
En banderillas el gaditano no está muy acertado puesto que en el primer par el toro le acosa en la salida librándose con apuros. Después clava un solo palo en la siguiente entrada, y con tres palos se cambia el tercio.
La faena de muleta la brinda a la artista cómica Lina Morgan que ocupa el palco que debajo de Presidencia posee la empresa y tras llevarse al toro al centro del ruedo a base de porfía, a un astado muy quedado, logra una gran faena de dominio y conocimiento en medio de los aplausos del público y los sones de la banda de música.
Destaca una serie de naturales impecables de ejecución, largura y remate, al que siguen los circulares, los desplantes toreros y el final de rodillas que enardece al público vallisoletano.
Falla a espadas repetidamente consecuente a la falta de fijeza de su enemigo por lo que el gran triunfo queda limitado a una ovación y vuelta al ruedo.
Una gran tarde de Francisco Rivera “Paquirri” que estuvo en director de lidia ayudando en el quehacer a sus compañeros de terna.

El segundo toro de la tarde se llama “Altanero”, está marcado con el número 11 y pesa 480 kilos. Pedro Moya “El Niño de la Capea” lo saluda con cuatro lances que remata con una media verónica merecedores de aplausos.
Tras la entrada al caballo de picar, “El Niño de la Capea” hace su quite por chicuelinas ajustadas, que levantan una ovación.
En banderillas se cambia el tercio con un solo par a petición del espada.
La faena de muleta la comienza brindando al público vallisoletano, para seguidamente administrar a un toro manejable, pases de todas las marcas de manera reposada y tranquila, que culmina con adornos sin abuso, donde expone lo preciso.
Una faena que me atrevo a calificar de eficaz, limpia y preciosista.
Remata la faena con una estocada hasta los gavilanes, pelín tendida, ejecutada con valor y en la que el espada recibe un golpe en el encuentro resultando con la taleguilla rota.
Acierta con el descabello al segundo intento y es premiado con las dos orejas y el rabo. Tras la vuelta al ruedo triunfal pasa a la enfermería donde es asistido de un puntazo que no le impide continuar la lidia de su segundo enemigo.

Su segundo toro marcado con el número 8 y de nombre “Argumentero” tiene un peso de 529 kilos. Es un toro de gran alzada que sale al ruedo con la cara desafiante.
Cuando nada más saltar el toro a la arena, trata de fijarlo el peón Juan Cabello, lo “echa mano” y lo cornea por dos veces. Capea lo lancea sin mucho ajuste tras el desconcierto de la cogida de su peón.
La faena de muleta consiste en una faena de aliño donde Capea sin perderle la cara lo muletea brevemente para acabar con él de un pinchazo hondo y estocada a paso de banderillas que propicia el descabello a la cuarta entrada, no obstante lo cual “El Niño de la Capea” escuchó palmas.

El tercero de la tarde, llamado “Montero”, marcado con el número 16 y con un peso de 492 kilos correspondió en sorteo a Julio Robles que no tuvo su tarde en el coso del Paseo de Zorrilla.
El toro fue dos veces al caballo. En el primer encuentro el piquero se agarra arriba y es aplaudido, lo mismo que en el segundo encuentro.
Julio Robles quita por verónicas superiores frente al tendido 3.
El toro, tras el segundo puyazo, ha quedado muy mermado de fuerzas y afectividad para embestir.
Julio insiste e insiste sin que el toro haga nada por embestir, a la vista de lo cual el abulense se dispone a matar. Ha de entrar varias veces y cuando al final el toro dobla es aplaudido, confundiéndose estos aplausos con los que recibe “Capea” al salir de la enfermería.

Su segundo toro (sexto de la corrida) “Contador” de nombre, marcado con el número 26 y con 496 kilos ha de ser devuelto por cojera manifiesta a corrales, pero como el toro no quiere entrar a pesar del trabajo nulo de cabestros y de Julio Robles (colaborador al máximo) ha de ser apuntillado en el ruedo.

Sale el sexto bis. Es un toro de la ganadería de Juan Mari Pérez Tabernero que también es protestado por defecto en la vista y que incluso acaba con lanzamiento de almohadillas al ruedo por los tendidos de sol. Se llamaba “Indispuesto”, estaba marcado con el número 61 y pesaba 475 kilos.
La presidencia mantiene el toro en el ruedo y Julio Robles lo veroniquea en medio de las protestas.
El piquero le administra tres puyazos.
Con la muleta Julio logra muletazos aceptables que no son valorados por el público muy de uñas con la Presidencia por mantener el toro en el ruedo.
Entra a matar siete veces antes de que el toro se eche definitivamente.
Robles fue aplaudido por su voluntariedad.

Parte facultativo:
El peón Juan Cabello “El Brujo” llevado en manos de las asistencia a la enfermería de la plaza, fue atendido por el equipo médico del doctor D. Ángel Palencia Martínez.
El parte decía así:
“Durante la lidia del quinto toro ha ingresado en el enfermería el subalterno Juan Cabello quien sufre herida por asta de toro penetrante en el hemitórax derecho con gran schok traumático y contusiones generales. Pronóstico muy grave” Firmado Dr. Palencia.