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miércoles, 3 de febrero de 2010

LA LUCHA ANTITAURINA VISTA DESDE OTRA PERSPECTIVA.

Por LUIS ALONSO HERNÁNDEZ. Veterinario y escritor.

Muy difícil poner en razón a estos animalistas que tienen su objetivo únicamente orientado, de momento, hacia la desaparición de las corridas de toros.
Máxime cuando en un país tan desequilibrado como, actualmente, está el nuestro, cualquier idea extravagante es aceptada como innovadora e incluso apoyada por quienes han equivocado conscientemente su misión principal de mantener el orden y disciplina. Y no voy a poner ejemplos (por frecuentes y mediáticos) que están en la mente de cualquier persona sensata.
Antes al menos existía lo que se denominaba “sentido del ridículo”, y por ello no exponía la chorrada de turno que a cualquiera se le ocurriese, para evitar la sorna de sus congéneres, pero hoy, como esta sociedad que padecemos considera más innovador cualquier extravagancia o contra natura, pues… “adelante con los faroles” que “to er campo es orégano” ,y lo curioso del caso es que los dirigentes lo toman como cosa propia.
Si el fundamento de la moral no está en la razón sino en los sentimientos, como afirma Hume en su filosofía, ¿por qué los animalistas no dejan a los amantes del arte taurino que sigan asistiendo, sin sus continuas interferencias e insultos, a las corridas de toros?
Pues…una acción humana es buena si despierta en nosotros sentimientos placenteros, como los que experimentamos los amantes de las corridas de toros en forma de arte. Las misma acción que es mala para los antitaurinos, quienes por el hecho de estar fijos en el sufrimiento animal, despierta en ellos sentimientos de desagrado.
Hemos de tener en cuenta que las sensaciones que los humanos experimentamos son de muchos tipos. Tipos que van desde los que son atribuibles a modificaciones corporales, hasta los derivados de percepciones estéticas, que, en definitiva son las verdaderas. Los antitaurinos se fijan más en las primeras por eso ven mal que el toro pase por los tercios de la lidia, mientras que los amantes de la corrida ven el arte en forma de estética en el desarrollo de estos tres tercios.
Pues igualmente hemos de tener en cuenta que la bondad o maldad de algo no es un hecho puesto que, el carácter malo o bueno de una acción o cualidad tampoco es una acción de relación, ni la belleza es una cualidad de las cosas, sino el efecto que ellas producen sobre la mente, porque ni los sentidos ni el razonamiento son capaces de captar el carácter estético de las cosas.
Hay que ver la frase que me ha salido y ¡me he quedado tan pancho!
Sí, así es cuando en vez de actuar con sentido común se trata de buscar elucubraciones filosóficas para justificar o acabar con determinadas acciones que, por venir produciéndose durante muchos años, se han considerado como tradicionales.
La corrida de toros es un espectáculo duro, fuerte, e incluso dramático a veces porque se enfrenta un animal poderoso, aunque no indomable, con el animal más poderoso, (por estar dotado de inteligencia), el hombre. Es una lucha a muerte, porque la muerte es siempre el fin de la corrida (salvo en el caso de indulto). Una muerte que casi siempre está del lado del toro, pero que alguna vez, por distintos imponderables, se cambia de víctima, y muere el hombre.
Y esa lucha a muerte no se hace de forma horrorosa si no de forma artística, tratando de domeñar la fuerza natural del toro con la fuerza racional con la que la naturaleza ha dotado al torero. Y con gambeteos, quiebros, o bien ayudándose de unas telas en movimiento, llevan al toro del lado de estas, hurtando el cuerpo a las embestidas de la fiera, y en los tiempos actuales se hace con plasticidad, elegancia y despaciosidad casi rayana en la quietud casi total. ¡Difícil! ¡Muy difícil!
Y este es el arte que los aficionados degustan al conocer la enorme dificultad que estas acciones representan, puesto que el aficionado no va a la plaza por el morbo de ver la tragedia si no por ver como el torero diestro soluciona las dificultades que el toro le plantea en ser domeñado.
Y esta lucha a muerte ha sido reprobada por determinadas personas que no estaban de acuerdo en estos enfrentamientos donde había exposición de la vida por parte del ser racional.
Pero los animalistas no ven así la execración de la Fiesta de los toros, ya que ellos basan su lucha en el sufrimiento del toro al que se le maltrata durante los tercios de la lidia. No ven a la fiera que cuenta con armas para realizar su defensa, si no al "animalito de quinientos kilos" al que un torero está maltratando.
Juan Manuel de Prada dice que “la corrida de toros solo es comprensible para el genio católico (religión donde cuerpo y alma van juntos) capaz de afrontar la posibilidad de morir con gallardía porque luego admite la posibilidad de la resurrección de la carne”
Y continúa diciendo que “el oponerse a los toros solo puede hacerlo un renegado que odia no a la corrida de toros en sí, sino a coartadas ideológicas en principio animalistas que enmascaran otras connotaciones de otras índoles”.
Al Parlamento catalán van a ir a defender la pervivencia de la Fiesta de los toros una serie de señores con mayor o menor bagaje intelectual y conocimientos taurinos, pero no creo que sea en eso en lo que hay que basar la defensa, si no en convencimientos políticos (y por ende filosóficos) para domeñar a esos independentistas de ideología política de novísimo cuño pero de escasa preparación.
Ni José Miguel Arroyo “Joselito” con su pausada dicción, ni Luis Francisco Esplá con sus enormes conocimientos y brillantez expresiva, ni el torero catalán y excelente persona, Serafín Marín, como representantes por parte del contingente taurino, lograrán convencer a quienes de antemano están predispuestos a su “erre que erre” que no es otro que esta parte del iceberg hacia unos fines separatistas en principio e independentistas después.
Tampoco las intelectualidades que les acompañarán en sus exposiciones en el Parlamento catalán, lograrán hacer entrar en razón a quienes llevan la lección más que aprendida de antemano, y que posiblemente interrumpirán con sus imprecaciones en más de una ocasión.
Juegan en su campo y eso es lo que no se debería haber aceptado cuando se trata de intereses de toda España y no de una Comunidad Autónoma.
¡Cuando Luis Corrales no lo ha logrado…nos hace sentirnos más que pesimistas a no ser que alguien con mucho carisma y mucho peso político lo remedie!